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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Milagro de amor, Carla Morón otra vez es mamá



Fuerza y vida. Aquella mujer a la que los medios y la publicidad apodaron como ‘el mito’ por todo lo que se había animado a hacer en su carrera, acaba de ser mamá por segunda vez, poniendo en riesgo su vida, a cambio de un tierno regalo de amor
Su bebé nació hace dos meses y reconoce que hasta ahora lo mira y no lo puede creer. Mientras le da su leche en mamadera ruega a Dios le dé vida para verlo crecer. La dueña del nombre, Carla Morón, es más simple y sencilla que el mito que la precede, y alejada de las luces de las cámaras fotográficas, de la televisión y de las pasarelas es una mujer fuerte y vulnerable a la vez.

El reto más reciente a sus 39 años ha sido tener a su segundo hijo, pese al enorme riesgo de activar con ello el cáncer que le extirparon hace cuatro años de su seno izquierdo. Jamás pasó por su mente interrumpir el embarazo, por el contrario, se sintió bendecida de poder traer al mundo un bebé después de cuatro años de haber ingresado a una menopausia precoz y de haberse hecho a la idea de que se iba a quedar con una sola hija.

“Cuando me entró el miedito, embarazada de Lorenzo, quise aferrarme mucho más a él. Lo miro cuando estoy dándole leche y le digo: mi amor, quiero verte grande…igual que a tu hermana Brunita.

Hay veces que pienso que hay solución para todo y me atrevo a decir que hasta para la muerte, a lo que me refiero con esto es que sí se puede luchar. Cincuenta por ciento se lo dejás a los médicos y el otro cincuenta luchás aferrada a Dios”.

Carla formó un hogar con Pedro Gantier en 2007, su hija Bruna tiene 6 años y Lorenzo acaba de llegar a sus vidas

Carla formó un hogar con Pedro Gantier en 2007, su hija Bruna tiene 6 años y Lorenzo acaba de llegar a sus vidas



Lorenzo nació el 14 de octubre por cesárea, mientras Bruna Gantier Morón estaba llena de ampollitas de varicela. Carla lloró una vez más aún sobre la cama del quirófano cuando escuchó el llanto del pequeño, que fue para ella una nueva confirmación de que no había sido un sueño, realmente era mamá de nuevo.

Su medalla de la virgen milagrosa permaneció en su cuello, tal como lo ha estado desde hace 20 años. También la tiene en un anillo que coloca a un lado del aro matrimonial e incluso tiene el reverso de la misma medalla tatuado en la parte baja de la espalda, a la altura de la cadera.

La virgen en ese pequeño soporte dorado la acompañó en el Miss Mundo donde llegó a figurar entre las diez finalistas, en su operación del cáncer de mama en 2004 y en el alumbramiento de sus dos hijos.
Está rubia, concentrada en ser madre las 24 horas del día y reacomodándose en la casa de sus padres que ya había abandonado porque con su esposo habían comprado un departamento con las comodidades para los tres.

Ante la buena nueva de un cuarto integrante en la familia tuvieron que volver en reversa y retornar a la casa materna, la misma en la que recibió serenatas de amor y en la que se cobijó en los días de polémica cuando la prensa la asediaba por algún desnudo.

Hablamos con ella porque consideramos que su testimonio de vida y el regalo que acaba de salir de su vientre es la mejor historia de Navidad que podíamos tener.

¿Por qué Lorenzo?
Lo escuché una vez en la televisión y me llamó la atención, se lo comenté a mi esposo y me dijo: no me gusta. San Lorenzo es el patrono de Santa Cruz, nuestra catedral se llama Basílica Menor de San Lorenzo y me convenció que su fiesta patronal es el 10 de agosto, la misma fecha en la que nos arreglamos con Pedro.

Fue un regalo inesperado…
Lorenzo fue algo que no estaba en mis planes porque por mis tratamientos contra el cáncer ya tenía cuatro años sin que viniera mi periodo, había entrado a una menopausia precoz que es lo que los oncólogos buscan en un paciente con cáncer de mama.

Es lo ideal que se corten todas las hormonas. Cuando por cosas de la vida tuve la intuición, ese llamadito de adentro, me hice la prueba del embarazo y me salió positiva, pensé que la había hecho mal y me hice la de sangre y también me salió positiva, entonces pensé que mis hormonas estaban locas y aún no lo creí. Fue un regalo de Dios.

Seguro les cambió todo su esquema...
Empecé a llorar porque realmente no lo creía, con Pedro nos abrazamos fuerte, él no es muy católico, pero me dijo: realmente no hay otra explicación, esto es algo divino.

Tuvimos que cambiar todos nuestros planes, ya estábamos hechos a la idea de que nos íbamos a quedar solos con Brunita, incluso le habíamos dicho a ella que yo no podía tener otro bebé porque me pedía un hermanito.

Recuerdo que me preguntó: ¿No voy a ser tía de nadie? Le tuve que explicar que iba a ser tía de los hijos de sus primos.

¿Llevar adelante un embarazo en tu condición no era demasiado riesgoso?
Sí, pero yo creía que si Lorenzo llegaba a mi vida era una bendición, porque Dios realmente tenía algo bueno para mí y si después de Lorenzo venía metástasis Dios lo quiso así. Nunca pasó por mi cabeza interrumpir el embarazo.

El propósito de su llegada era demostrarme nuevamente que Dios existe y cuando uno desea algo de corazón sí llega. No tengo miedo, tengo que hacerme nuevos controles, recién me hice uno muy rápido y todo está bien. El embarazo es un cambio muy fuerte en hormonas, todo se activa y se alborota y para mí eso es algo malo porque mi cáncer se alimenta de las hormonas, pero ya está y me siento bien.

¿Hubo gente que preocupada por vos intentó persuadirte para que no sigás adelante con el embarazo?
Mi madre se preocupó bastante como toda mamá y mi hermana también. Me preguntaron ¿Qué vamos a hacer con tu enfermedad? Hubo ese temor de ellas al comienzo, pero como siempre se apoyaron en mi confianza y en mi fe. Ahora están felices.

Hace cuatro años cuando te entrevisté y hablaste por primera vez del cáncer no sabíamos cómo iba a terminar tu diagnóstico, ahora podemos decir que se cierra el capítulo con un final feliz.

¿Creés en los finales felices?
Algunas mujeres con cáncer no han tenido la suerte de sobrevivir, otras seguimos luchando. No te puedo decir ‘final feliz’ porque los que hemos estado medio abrazaditos de…no me gusta llamarlo muerte, pero esa es la palabra, de la muerte, la vemos de otra manera.

Te aseguro que las mujeres que no vencieron el cáncer han tenido un final feliz igual, claro que para la familia no lo es porque son ellos los que se quedan sufriendo. Los que se van lo hacen hacia un lugar feliz.

Uno lucha y quiere aferrarse a esta vida por sus hijos. No quiero faltarle nunca a mi hija, no quiero que en algún momento esté llorando y diga mamá te necesito ¿por qué no estás aquí?

Es fuerte hablar de muerte...
Con Brunita hemos hablado mucho, es la oportunidad, cuando son chicos, de hablarles de la muerte como algo tan natural, que es parte de la vida. Por eso le digo: Cuando uno se muere se va a un lugar hermoso, a un paraíso, cuando papá y mamá no estén usted no tiene que estar triste, tiene que saber que allá vamos a estar felices y allá la vamos a esperar porque todos nos vamos a morir en algún momento.

Con tremendo testimonio de vida, ¿qué dirías que debemos hacer en esta Navidad?
Abrir el corazón de verdad, entregarlo con un fuerte abrazo a tus seres queridos porque no se sabe si esta va a ser tu última Navidad con ellos. Nos cuesta mucho decir cuánto queremos a las personas


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