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jueves, 13 de marzo de 2014

Lorena Villalobos: “En algún momento me dolió el rechazo”



No disimuló su sorpresa cuando se la llamó para pedirle una entrevista. Desde que abandonó las pasarelas y tomó el micrófono para cantarle a Dios, dejó de ser "apetecible" para los medios.
Lorena Villalobos Vargas, a sus 32 años, ya no vive de su imagen - aunque luce muy bien - lo que le permite confesar que cuando modelaba, lo hacía más por necesidad que por gusto, “tenía que salir adelante y necesitaba la plata”; sin embargo, no es malagradecida, “lo que sí disfrutaba era lo camaleónica que podía verme, sexi, imponente, mientras que cuando bajaba de la pasarela era más sencilla. Además, fue una gran oportunidad, se me abrieron muchas puertas y recibí el cariño de la gente”.

Está casada con Ernesto Justiniano Urenda, con quien tiene a Dana y Ernestito. Es gerenta comercial de eju.tv y copresenta el programa Hoy es tiempo, que sale por Cristal los sábados a las 20:00 y los domingos a las 19:30. Su vida dio un giro hace dos años, precisamente el 30 de diciembre cuando, en plena sesión de ducha solar, sufrió neumotórax espontáneo, o perforación del pulmón. Desde ese momento vivió momentos difíciles, con salud deteriorada y crisis de pánico, hasta el punto de que no podía estar sola ni por un segundo. “Ahora me parece una pesadilla”, recuerda.

El giro de 180 grados en su vida se dio cuando unos tíos, apóstol y profeta, la visitaron en su casa y le hicieron lo que se conoce como liberación; desde entonces fue otra persona, y asegura que un fuego comenzó a quemarle el pecho, hasta el punto de tener la necesidad de contar a todo el mundo el milagro que le permitió seguir con vida. “Estoy viviendo la mejor etapa, no digo que el modelaje sea algo malo, pero uno hace las cosas de acuerdo adónde está su corazón en un determinado momento”.

La chica que llegó de 19 años a Santa Cruz, procedente de Trinidad, huyendo a un matrimonio temprano, tuvo su momento brilloso cuando estuvo en Las Magníficas, desde el 2001 hasta el 2006, luego se casó y ahora está dedicada a cantarle a Dios, cosa que, asegura, no le resta brillo para nada. “Meterte en las cosas de Dios no significa ponerse batas largas y verse horrible, de qué sirve taparse si se está amargada o podrida. La transformación se da en el corazón”, dice.

El cambio de vida le restó amistades por un lado, aunque le sumó por el otro. “En algún momento, cuando todavía estaba débil, me dolía el rechazo, porque las personas no saben de lo que se pierden, incluso en la familia he sentido la molestia, pero el gozo que siento es como para compartirlo”.

Su esposo, Ernesto, la ha acompañado a algunas de sus actividades, pero no es lo que técnicamente se denomina cristiano. “Una de las cosas que me encanta de nuestra relación es que, si bien el no está caminando de mi mano, me respeta, y con eso tengo mucho. Además. yo siempre le digo que él ya está, pero no lo sabe”

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